La crisis sistémica de la civilización
Si por época de crisis entendemos una época de transformaciones
profundas, sí, sin duda. Somos espectadores de reconversiones
económicas, de cambios intensos en las estructuras familiares, en los
soportes de comunicación, en la genética, y naturalmente en las formas
de ver el mundo, en los comportamientos, en los gestos… (y muchísimas
otras cosas). Una constelación muy compleja de factores (sin que ninguno
de ellos sea determinante) produce esta “crisis”, que parece conducir a
“otra” cultura, “otra” civilización. La dificultad consiste en
determinar el grado de alteridad de “lo que viene”: ¿será como después
de Troya, como después de las “invasiones”, como después de la
imprenta…? O ¿supondrá tal cambio cualitativo que en lugar de
transformación tendría que hablarse de mutación? (La ciencia-ficción no nos ha ahorrado nada en este campo).
El mito del crecimiento
ilimitado como principal causa del problema
Si existe un si existe un
referente del progreso en nuestras sociedades, dominadas por el economicismo,
este es el Producto Interior Bruto (PIB), el cual mide la cantidad de bienes y
servicios que se producen a lo largo de un año, lo cual a su vez es un
indicador de las riquezas.
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